WESAK

El Eter :

El Wesak es una vibración, un estado sagrado de creatividad que pasa por esa materia a la que se llama Eter y que el sonido, entre otras cosas, vuelve expresable.

¡El Eter! Esta es, amigos, una palabra que suena bien en los oídos de quienes se dicen esoteristas. Cuando la han pronunciado, ¿cuántos de vosotros piensan haberlo explicado todo, comprenderlo todo?... ¿Pero cuántos de vosotros también han medido realmente su valor. Si insisto en este punto, es porque ahora es urgente aclarar algunas nociones, hacerlas bajar del mundo mental inconsciente, pasivo, al mundo mental lúcido, constructivo, y luego al universo del corazón.

Por consiguiente, dejad de alimentar la idea de que el Eter es una especie de aire sutil, totalmente intangible, dotado de propiedades insondables y milagrosas. El Eter, os lo he dicho, es ante todo una materia, una materia muy concreta a su manera, en la que os movéis y que constituye el soporte fundamental de vuestra vida en este mundo. Despojadlo pues de toda una ímagineria filosófica que sólo suscita un gozo mental,intelectual,recubíerto por un velo calificado de búsqueda espiritual.

Os movéis en el Eter, coméis el Eter, respiráis el Eter y moldeáis ese mismo Eter con vuestros pensamientos y vuestras palabras.Esa comprensión es la que cuenta, ya que por ella esculpís vuestra realidad cotidiana así como la del prójimo, ya que también por ella hacéis de vuestra presencia en la Tierra un veneno virulento o un bálsamo de curación ,para expresarme más concretamente, diré pues que el Eter es una materia barro, un barro sensible a la influencia de vuestra calidad de ser,nivel de vuestros pensamientos y muy evidentemente de vuestras palabras.

Las palabras que salen de vuestra boca, amigos, son los hijos de vuestra voluntad de apertura de corazón... y cuando digo "las palabras", no hablo,, tanto de la concha que las reviste como de la vibración que les da vida.Mirad,vosotros mismos sois un sonido revestido de piel,un sonido que genera otros sonidos.

Modelar el éter es pues alimentar a los demás y al mismo tiempo alimentarnos a nosotros mismos por nuestra autenticidad y nuestra ausencia de malicia. Es pensar y hablar bien... ¡"Qué viejo principio, que huele a perogrullada y a moho", murmuráis ya! ¡Seguramente, pero sabed que la perogrullada y el moho sólo se imprimen en una rueda velada de la máquina mental, y desde luego no es con esa con la que hoy os invito a funcionar!

Sabed que sois plenamente cada uno de los sonidos que emitís, igual que el cantante se fabrica, más allá incluso de lo que supone, por la suma de las melodías que interpreta.

Una vez al día,intentad pues comprender porqué habéis pronunciado tal palabra, tal frase en vez de cual otra. Consideradlas bajo distintos aspectos, por supuesto con su ropa, es decir el valor que revisten socialmente hablando, pero también en función de la energía con que las habéis alimentado. Consideradla no sólo desde vuestro propio punto de vista, sino también desde el posible punto de vista del que las ha recibido. Hacedlo serenamente, sin perderos en los meandros de los reproches o las satisfacciones y decíos muy claramente: "¿qué ha habitado mi cuerpo en ese instante? ¿Era mi ser, o un parásito de mi ser?"

La respuesta requiere sencillez, y nada más. Cuando la observación es clara, el remedio, caso de ser necesario, aparece claramente.

De ninguna manera vais a combatirlas palabras-vibraciones etéricas que brotan de vosotros y que os podrían avergonzar. Poco a poco, vais a desarrollar su contrario, a generar en vosotros un nuevo vocabulario, al principio paralelo, quizás incluso anexo pero que, progresivamente, ganará al antiguo por la mano.

Entonces, los sonidos que empezarán a salir de vuestra boca se volverán cada vez más profundos, hasta nacer por fin de vuestro propio pecho.Por su propia vibración, la herramienta puede llegar a forjar al artesano.

El aliento etérico que transcribís en ondas sonoras en este mundo se parece a un pincel más o menos luminoso que traza arabescos en vuestro espacio interior y alrededor de las personas con quienes os cruzáis. Por eso su justa polarización, su purificación, requieren ante todo una toma de conciencia que supera con mucho las estériles discusiones filosóficas. Esta época espera de vosotros una aplicación práctica de algunos grandes principios por los cuales la meta a alcanzar no se sitúa hacia un horizonte que retrocede sin cesar, sino en el corazón del camino de cada día.

El universo sonoro representa una llave que debéis aprender imperativamente a manejar mejor ..

Seguramente ya habéis sentido la necesidad de cantar, tal vez a vuestra manera, la sílaba sagrada "OM". Seguramente también lo habéis hecho durante el tiempo suficiente para que su vibración acabe por imprimir en vosotros una sensación de profunda paz, similar al que se puede sentir remando suavemente en barca por un lago. Si no lo habéis intentado nunca, os invito a hacer el experimento. El zumbido de la sílaba en vosotros mismos, ininterrumpido o casi, es lo que va a generar la serenidad mediante una acción de remover vuestras células en profundidad. Sin embargo, recordad esto: deseo llamar aquí vuestra atención no tanto sobre ese sonido sagrado como sobre el silencio interior que sigue a su emisión. En efecto, en cuanto una larga serie de Om se apague por sí sola en vuestro pecho, penetrad en el silencio que le seguirá.

Lo que se llama Silencio y que es algo distinto de la supresión del ruido se puede comparar con una fuerza, un vehículo que transporta el Aliento divino. No significa una ausencia de algo, sino por el contrario una maravillosa Presencia porque está poblado por una infinidad de vibraciones que alimentan lo que llamamos la Vida. El número de éstas es de ciento cuarenta y cuatro mil, y constituyen el soporte del universo tangible e intangible en el que nos movemos. Cada una de ellas deja su huella en nosotros desde la eternidad de los Tiempos, sin que nos demos cuenta. Desde cierto punto de vista, nuestra labor consiste en redescubrir su huella y en hacer circular por ella nuestra conciencia, nuestro amor, y luego volver a dinamizarla para participar de este modo en la Creación.

Cuando hayáis comprendido más plenamente que el Sonido también se expresa a través del silencio, sentiréis mejor en qué consiste el arte de la palabra justa y del pensamiento justo al que he hecho alusión.

La mirada

Sentaros tranquilamente delante de un espejo, no muy lejos de él, digamos a medio metro. ¿Qué veis en él? Evidentemente un ser, un ser que creéis, que decís que es vosotros. Es posible que su fisionomía os guste, que apreciéis el tono de su piel, los contornos de su rostro o incluso la caída de su cabellera...

¿Pero también puede que no os guste el color de sus ojos, la curva de sus mejillas, su aspecto general o cualquier otra cosa? Sin embargo, todo eso, todo lo que os gusta y todo lo que os molesta, todo eso no representa más que una pequeña capa de vosotros... Por supuesto, eso no es nada nuevo, ya lo sabéis. Sin embargo, de todas formas es en ese nivel en el que os demoráis: "¿Qué opinan los otros de él? Esos labios que me parecen caídos y esa arruga en medio de la frente, ¿cómo los comprenden?

Invariablemente, esa superficie y lo que imagináis que se desprende de ella se convierten en vuestro punto de referencia, la base de vuestra reflexión. Por eso os propongo que os miréis de forma distinta en el espejo. Eso presupone que no os observéis, que no os espiéis. Lo que vais a mirar fijamente son vuestros ojos, no de forma intensa y decidida para captar cualquiera sabe qué, sino con paz y dulzura. Os aseguro que no habrá nada que capturar en esos ojos que tal vez vais a mirar de verdad por primera vez en vuestra vida. Su color carece de importancia, lo que sí la tiene es lo que os van a contar, sencillamente, sin intermediario posible.

Para ello, os sugiero que aceptéis sumíros en ellos, sin artificio, como os fundiríais en la mirada de aquél o aquella a quien amáis y por quien iríais hasta el fin del universo. No es nada difícil; sólo se os pide que soltéis un poco la presa, aunque al principio la experiencia no sea muy agradable. Sumiros pues en ese océano que no conocéis, ya que hasta ahora sólo os habíais fijado en sus reflejos.

Sumiros en él y preguntadle: "¿Quién eres?" Repetid la pregunta si hace falta, no dejará de contestar. Desde luego, quizá no os murmure una frase, ni siquiera una palabra, pero os contestará a su manera. Seguramente al principio por una impresión fugitiva, y después por la percepción de un sufrimiento, seguramente un miedo. Poco a poco, intentaréis dar un nombre a ese sentimiento, a esa pena o a ese miedo.

Entonces, días tras día, cada vez que repitáis ese diálogo con el espejo, intentaréis sonreir un poco más a esa tierra dolorosa, antaño desconocida, del fondo de vuestros ojos.Vais a decir le que la queréis,no para que perdure sino para que se supere a sí misma y una flor venga a iluminarla.

Os lo afirmo en voz bien alta, amigos, cuando se es capaz de regalarse una flor a uno mismo - no he dicho de comprarse una flor- se ha dado un gran paso hacia la Reconciliación, y uno se vuelve capaz de regalar realmente una flor a los demás. En ese momento se vuelve posible el auténtico regalo, el que no depende de un reflejo social o de una voluntad inconsciente de mostrar su dominación.

¡Desde ese momento, sabéis, es la fiesta de la Tierra!

La magia del Agua

¿No os sentís a veces como un filtro que nunca ha sido limpiado, o como una cubeta de decantación próxima a su saturación? Reconocedlo, y absteneros de buscar excusas. Ese atranco que padecéis no basta para convertiros en las víctimas inocentes de un mundo del que sabéis que está desvirtuado. El mundo es vosotros. Hasta en sus menores engranajes. ¡Desde la belleza más perfecta hasta la mayor aberración!

La única agua que circula en vosotros, por mi parte la llamo la energía de la existencia, porque así es como os obstináis en pensar en ella.

Así pues, bebéis ciertas aguas igual que bebéis ciertas ondas mentales, con actos mecánicos, inconscientes, vacíos de amor y saturados de ese sentimiento de apropiación tan característico del ego que sufre...

El Agua de Vida que subyace a todo lo que mi corazón intenta comunicaros distinta de un símbolo en el sentido en que lo entendéis. Es una forma de ver, de comprender, de absorber y de retransmitir el flujo vital que el Universo pone a vuestro disposición y sin el cual todo se enquista en vuestro ser.

No mantengáis cautiva a la vida que de todas maneras es vuestra; dejadla libre de circular, tal cual en sí misma; ese es el canto del Agua que en adelante necesitáis redescubrir. Su fuente está a flor de Tierra. Da igual que vuestras costumbres la hayan sepultado bajo los escombros, ya que hoy se os propone todo el poder para volver a sacarla a la luz del día.

Primero, tomemos las cosas desde su base... ¿Cómo bebéis? ¿A sorbitos o a grandes tragos? ¿Con prisa, con avidez quizá, o por el contrario serenamente? Aquí, lo único que me importa es vuestra actitud interna. Concibo que la pregunta pueda resultaras desconcertante ya que probablemente sois los primeros en ignorar su respuesta exacta. En efecto, un terapeuta puede preguntaros lo que bebéis y cuánto bebéis. Por mi parte, yo sólo quiero saber cómo realizáis ese acto... o más bien que sepáis en qué consiste. Me contestaréis que eso depende de las circunstancias, pero os hablo de algo diferente del placer gustativo ni del que proporciona apagar la sed.

Mi labor consiste en subrayar una cosa muy distinta: la necesidad de un estado de ánimo... Ya que la dificultad proviene de lo raramente que bebéis el agua. Sí, desde luego, absorbéis, incorporáis a vuestro organismo lo que llamáis sabiamente su "combinación molecular". En realidad, lo que apreciáis es su cuerpo o tal vez su alma, os lo concedo, cuando vuestra sed es ardiente. Pero, ¿alguna vez habéis sabido recibir su espíritu? Es decir, ese algo más que la habita y que justamente hace que sea el Agua. Es inútil que intentéis descubrir una impresión diferente detrás de su sabor o su frescor. El descubrimiento debe florecer a la altura de vuestra conciencia... ya que el espíritu del Agua es un espíritu de bautismo, es decir una fuerza renovadora, una voz que os sugiere iluminar de forma diferente, con un haz más libre, la totalidad de vuestro ser. ¿Comprendéis esto?

Comprendedme,no hay ningún misterio en la forma de abrirse al espiritu del Agua... cualquiera que sea la calidad de ésta, ya provenga de vuestras canalizaciones urbanas o de un arroyo de montaña ya que, si su quimica, cuenta para vuestro cuerpo, su llama hace mucho más para vuestro despertar.

El Agua de la que os hablo, la que os puede ayudar, espera que la recibáis sencillamente como una invitada, es decir que dejéis de engullirla con un gesto mecánico destinado a satisfacer una función vital, y que la bebáis descubriéndola en tanto que presencia sagrada. Para iniciar el diálogo con su esencia, basta con quererlo. Por lo tanto, no os hablo de bellos y nobles rituales. Os hablo sencillamente de vuestra vida de cada día, ya que lo que el fuego del Wesak puede ayudaros a purificar son los instantes considerados triviales, ya que es por ellos, por su aparente pusilanimidad por la que Decreceréis.

La comunión con el espíritu del Agua no exige preparativos ni discursos. Debe poder realizarse en el silencio solitario de una cocina, en el andén de una estación o en la sala llena de gente de un restaurante. Es tan infantil, tan discreto. En adelante, al llevaros agua a la boca, pensad simplemente "Te acojo"...

¡Aquí, adivino vuestra decepción! ¿Cómo se puede pretender renovarse desde dentro y establecer un contacto con una esencia de Vida mediante dos palabras tan pueriles? La verdad es que no se puede si se subestima todo lo que esas dos palabras contienen. No son como un mantra cuyos matices vibratorios sabrán moldearos. Debéis verlas como una proposición que viene del único punto de vuestro corazón, como una puerta abierta de par en par. En verdad, no son las palabras las que tienen una virtud mágica, porque sois vosotros, en vuestra totalidad, quienes os convertís en el "ábrete, sésamo", sois vosotros quienes constituís una invitación. ¡Es, en definitiva, el amo de la casa que sois quien abre el portal!

Desde luego, la conciencia luminosa del Agua quizá no responda la primera vez a esta oferta, no porque os desdeñe, sino porque vosotros mismos no creeréis en vuestra "capacidad de acogida". ¡Da lo mismo! Si queréis que luzca el sol en vuestra casa, empezad por dejar de abrir el paraguas sobre vuestro techo... Confiad en vosotros mismos. ¡Puesto que la Vida ha decidido animaros, es porque sois dignos de ello!

Repetid pues "te acojo" a cada trago, en el silencio de vuestro corazón, y al sembrar las semillas de esas palabras tomad conciencia de que un gran ser se incorpora a vosotros. Lo que os propongo con este método, amigos, es totalmente diferente de una autosugestión. Sólo os enseño una llave para

que la Realidad venga a morar en vosotros un poco más plenamente, día tras día. Sí, día tras día... bendecid los cambios que se operan progresivamente. ¡Vuestro mundo os ha enseñado a menos preciarlos, pero es imposible hacer crecer un árbol en pocas semanas con dos o tres dosis de abono! Por lo tanto, nunca serán unos cuantos seminarios regados de activadores contantes y sonantes los que harán que se desvanezca la plaga que ataca a vuestra alma. Seguramente eso la sacuda, seguramente también la veréis más que antes y eso será un bien pero el único guía que puede remontar el hilo de Ariadna, sois vosotros ante vosotros mismos, a través de vuestras resoluciones cotidianas. Eso, debéis saberlo.

¡Lo que espera de vosotros el espíritu del Agua en la acogida que podéis reservarle, es una gran carcajada! El Espíritu del Agua es la alegría reencontrada, en primer lugar la alegría de saber que algo circula en ti, y luego de reconocer ese "algo" sin que ni siquiera sea necesario darle un nombre.

Semejante ampliación de la conciencia dilata los canales sutiles de todo ser humano que la vive. Hace saltar las gangas calcáreas tejidas lentamente por las fuerzas de la des-esperanza y de la desestima de uno mismo.

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